Personajes a la deriva en dos cuentos de Roberto Bolaño.

(Ponencia para el XX aniversario del departamento de Filología Hispánica de la Universidad de Tartu, Estonia. 5 de octubre de 2012)


Uno de los autores más llamativos de la narrativa actual es el escritor chileno Roberto Bolaño, tristemente desaparecido en el año 2003. Ha sido valorado favorablemente por la crítica, tanto en su faceta poética como en la de novelista y autor de cuentos, como una voz indiscutible de la realidad actual. Para nuestro trabajo hemos elegido dos narraciones de su volumen Llamadas telefónicas (1997) con el fin de realizar un análisis sobre algunas características de los personajes y de las circunstancias que los rodean.

La sensación que tiene el lector que se introduce en la literatura de este autor es la de la falta de seguridad general que transpiran las situaciones, los personajes e, incluso, muchas de las afirmaciones a las que el narrador se ve abocado. Da la impresión de que ningún tema expuesto alcanza una plenitud o un final concreto, muy al contrario el panorama se ofrece como un comienzo de diversos itinerarios que no conducen a ninguna parte. De ahí que una de las características fundamentales en los personajes de Bolaño sea la desorientación, consciente o no. Según la opinión de Patricia Espinosa, recogida por Guillermo García-Corales, se trata de un fenómeno generalizado en la literatura chilena y que produce tales efectos a causa del proceso dictatorial. A los personajes, en concreto, Patricia Espinosa los califica como personas “siempre a la deriva” (García 35), término que a su vez extrae, posiblemente, del mismo autor chileno (Bolaño 17).

Por nuestra parte pensamos que más que un fenómeno exclusivo de la literatura chilena se trata de una corriente engastada en la postmodernidad, la cual, sin ánimo de ser exhaustivos, posee algunas de estas características:


Según Calinescu, la posmodernidad literaria cuestiona la unidad, valora más la parte que el todo (301). En la narrativa de Roberto Bolaño se dan estas circunstancias, la amplia variedad de situaciones, personajes y juicios que no hallan una unidad clara a la cual aferrarse. Unas palabras de María Antonieta Flores respecto a los personajes pueden ser esclarecedoras, aunque se refiere a la novela Los detectives salvajes, la situación se puede extrapolar a los cuentos que más abajo vamos a trabajar:

Esta imprecisión de los personajes que están allí en el texto junto a la visión múltiple de los múltiples personajes lleva a pensar que en el fondo no hay protagonistas y que es una manera de elaborar narrativamente un concepto y tema caro a la postmodernidad: la disolución del sujeto. (Flores 92)

Siguiendo con las características que nos interesa señalar, continúa Calinescu mencionando que el perspectivismo narrativo se aborda desde “un nuevo uso existencial u ontológico”, es frecuente hallar “duplicación y multiplicaciones de comienzos, finales y acciones narradoras (…) la tematización paródica del autor (la reaparición del autor intruso o manipulador, pero ahora en una vena distintivamente autoirónica) (…) el tratamiento sobre idénticas bases del hecho y la ficción, realidad y mito, verdad y mentira, original e imitación, como un medio de subrayar la indecibilidad.” (293)

Indecibilidad que vendrá a reforzarse con otro factor desestabilizador de la realidad: la imposibilidad. Discutiendo conceptos de Fokkema, Calinescu refiere que a la llamada hipótesis modernista con la que los autores llenaban su vacío de conocimiento


los escritores posmodernos (…) oponen sus «imposibilidades» y un penetrable sentido de incertidumbre radical insuperable… En el punto de vista posmodernista simplemente no existe una «realidad» que pueda validar tal hipótesis, ni siquiera bajo condiciones ideales (…) el posmodernismo ya no puede escribir desde la hipótesis; escribirá, como es el caso, desde la imposibilidad”. (294)


Estas ideas generales se hacen concretas en la narrativa de Roberto Bolaño en unas coordenadas estéticas que han sido denominadas de modos diferentes, pero cercanos, por varios críticos. Éstos críticos redundan en la idea que el lector puede obtener de la lectura de los textos de Bolaño, vivimos en una época en la que no existen absolutos, optemos por el camino que optemos éste siempre será incompleto, si no equivocado. No estamos en un tiempo ni en un espacio de héroes, una variopinta infinidad de antihéroes es la que pulula por nuestro mundo, sus supuestas hazañas serán carentes de transcendencia, pasarán desapercibidas; las salidas a la desesperación y al escepticismo no se vislumbran. Todo queda reducido a un vivir al día en la cuerda floja, y en ocasiones a unas sensaciones de fracaso, absurdo e imposibilidad muy propias del existencialismo. Son términos éstos en los que se expresa María Antonieta Flores en lo que de nomina estética de la imprecisión y épica degradada en nuestro autor Roberto Bolaño (Flores 92-3).

Otro concepto acuñado al respecto, en este caso por Ignacio Echevarría, es el de la épica de la tristeza. No es el único en llamar la atención sobre la extraterritorialidad de los personajes de esta literatura. Entre el elenco de tipos que encontramos abundan los exiliados, los seres deambulantes en busca de sentido, en busca de una patria, tal vez interior, en la cual encontrarse a sí mismos. Personajes tristes, o situaciones vividas por ellos que provocan nuestra tristeza. Tristeza por el drama individual de sus vidas desorientadas o por la certeza de que acudimos al final de una época en la que ciertos territorios, muy habitualmente Latinoamérica, funcionan como ojo del huracán, como el exponente social, político y personal de este carnaval final, de este concepto del mundo herido posiblemente de muerte (Echevarría 193-5).

“Sensini”, el primer texto seleccionado, nos narra la relación epistolar entre dos escritores, el joven narrador y el veterano Luis Antonio Sensini, ambos exiliados en España por las dictaduras que azotan sus respectivos países (Chile y Argentina) e, igualmente ambos, protagonistas de una vida complicada por las circunstancias económicas, la relativa soledad, las incongruencias del mundo literario y la desubicación propia del exilio. Dice el narrador de sí mismo:


Casi no tenía amigos y lo único que hacía era escribir y dar largos paseos que comenzaban a las siete de la tarde, tras despertar, momento en el cual mi cuerpo experimentaba algo semejante al jet-lag, una sensación de estar y no estar, de distancia con respecto a lo que me rodeaba, de indefinida fragilidad. (Bolaño 13)


A través de los contactos que mantienen por carta el narrador va conociendo, y nos va dando a conocer, a su compañero epistolar, nos lo muestra como un hombre mayor, que subsiste, él y su familia, de los trabajos literarios propios y de los de su esposa, traducciones, correcciones, algún cheque de la editorial que publicó su novela Ugarte, y de los premios de certámenes literarios de provincia en España -que tendrán un protagonismo especial en este cuento- como triste medio de ayuda a la subsistencia. A estos premios literarios, el personaje Sensini se refiere con entusiasmo, al igual que el mismo Bolaño en una entrevista:


Los premios que recuerdo con mayor cariño e incluso con mayor fervor son esos premios de provincias, porque cuando yo gané el Herralde, no me hacía falta el dinero, y cuando gané el Rómulo Gallegos, tampoco. Pero cuando yo ganaba esos premios de provincias, cuando llegaba el cheque, era como agua bendita, era maná caído del cielo, pennies from heaven. (Gras 56)


Todo lo que rodea a Luis Antonio Sensini está envuelto en una atmósfera de limitación y fragilidad que lo circunda a él mismo, como a gran parte de la obra de Bolaño. Su hijo Gregorio, de un primer matrimonio, se encontraba desaparecido en Latinoamérica por efecto de alguna dictadura. Esta circunstancia se deja entrever en el cuento como una espina clavada en Sensini. El nombre del hijo, además, homónimo del protagonista de La metamorfosis de Kafka, añade tácitas connotaciones en lo que a las circunstancias de los personajes de éste y otros cuentos se refiere. Miranda, fruto del segundo y actual matrimonio, que en los inicios del cuento tendrá poco más que un protagonismo simbólico, aparecerá al final de la historia también marcada por el estigma de la precariedad. No queda ahí el efecto de esta especie de epidemia finisecular, también los personajes de las obras propias de Sensini muestran los mismos síntomas:

… historias de gente armada, desafortunada, solitaria o con un peculiar sentido de la sociabilidad. Todo lo que en Ugarte era frialdad, un pulso preciso de neurocirujano, en el libro de cuentos era calidez, paisajes que se alejaban del lector muy lentamente (y que a veces se alejaban con el lector), personajes valientes y a la deriva. (Bolaño 17)

La idea general que se puede obtener de este cuento es una valoración positiva, por la dignidad personal, de estos autores literarios apartados del ámbito de la fama, ajenos al gran negocio editorial, marginados del mundo de la crítica literaria en sí, que a nuestros ojos aparece parodiado y desprestigiado (Espinosa 21).

En el segundo cuento, “Vida de Anne Moore”, volvemos a encontrarnos con un personaje central sobre el que gira igualmente un torbellino de fragilidad. En este caso se trata de una chica estadounidense, nacida en Chicago y criada en Great Falls, que a muy corta edad “vio por primera vez el rostro del carbón, el rostro manchado de tierra (así lo define ella indistintamente), de la realidad” (Bolaño 175). Anne, con una hermana que cae en el alcoholismo, tras la traumática experiencia del doble parricidio cometido por un novio de la adolescencia, y una serie de amantes con los que no suele alcanzar la satisfacción sexual, es otro personaje perdido en el mundo supuestamente civilizado de la segunda mitad del siglo XX. Los tumbos que da su vida y las opiniones que expresa a lo largo de la narración, que vienen hiladas por boca del narrador, son otra muestra de esta falta de seguridad que bien parece ser el credo de Roberto Bolaño. Las etapas de Anne nos parece que se asientan sobre tierras movedizas: “Cada paso lo es en una dirección que la aparta de sí misma” (Echevarría 54), mientras ella permanece a la espera del estallido de una crisis total que en ningún momento llega a declararse, pero que ella siempre siente que está por suceder. Acepta, por ejemplo, en cierta ocasión, prostituirse por incitación del amante de turno, por las dificultades económicas que atraviesan y aprovechando la falta de placer que encuentra en el sexo: “Probablemente aceptó por la ternura que le inspiraba Charles en aquellos días. O porque le pareció emocionante probarlo. O porque supuso que aquello aceleraría el estallido” (Bolaño 187). Esta debilidad en los personajes y en los juicios del narrador, como hemos indicado más arriba, se nos muestra como unas de las claves centrales del estilo de Bolaño.

El mismo Charles aparece como un personaje propio de la índole de tipos humanos que comentamos, aparentemente seguro pero curiosamente muy centrado en sus conversaciones en el lugar de la infancia y de la adolescencia “como si allí presintiera un secreto que había pasado por alto” (Bolaño 186). Insistimos, cada acto de seguridad, o de aparente equilibrio, es una quimera.

Del resto de la pléyade de amantes de Anne conviene destacar a Tony, que llegó a ser su marido. Coreano metódico y trabajador, aficionado al cine pornográfico y con unas ideas supuestamente claras sobre la vida y el ser humano que podrían ofrecernos una visión del mundo del propio autor:

Tony jamás se enfadaba, jamás discutía, como si considerara absolutamente inútil tratar de que otra persona compartiera su punto de vista, como si creyera que todas las personas estaban extraviadas y que era pretencioso que un extraviado le indicara a otro extraviado la manera de encontrar el camino. Un camino que no solamente nadie conocía sino que probablemente ni siquiera existía. (Bolaño 190)


Parte de los personajes de este cuento tienen relación con el mundo del arte, la misma Anne, descubrimos casi al final de la narración, ha ido acompañando su vida de cuadernos, una especie de diario, en los que desahoga sus experiencias y sus tormentos. En este mundillo pseudoliterario los altibajos de los personajes son más que abundantes, al igual que los idealismos, aderezados con drogas y temas de conversación y gustos literarios cercanos a la generación beat. A los diecisiete años Anne se establece con Paul, un chico pintor inteligente, pero de carácter en ocasiones intratable según la protagonista. En esa época tienen ambos relación con otra pareja, Linda y Marc, que se mantienen vendiendo droga y que a veces escriben. En concreto Linda es autora de “cuentos infantiles que ninguna editorial aceptaba publicar” (Bolaño 181). Marc aparece como un tipo bastante misántropo, escribe poesía, pero sobre todo destaca por pasarse muchas horas encerrado en su habitación oyendo la radio o viendo la televisión “y esperando el estallido de la Tercera Guerra Mundial” (Bolaño 181). La relación se establece entre sexos afines Linda y Anne, Marc y Paul, fundamentalmente, pero la consistencia de dichas relaciones es bastante frágil:


Aunque Paul y Marc nunca llegaron a ser muy amigos, eran capaces de estar juntos durante horas leyéndose mutuamente poemas… y bebiendo. La amistad de Anne y Linda, por el contrario, creció de forma imperceptible pero segura, aunque no parecía estar cimentada en nada. (Bolaño 182)


El cuento “Vida de Anne More” es una galería de personajes deambulantes en el círculo del sinsentido del final del siglo XX. Modestamente opinamos que es éste un tema clave digno de ser estudiado en la obra de Roberto Bolaño.

Los dos personajes protagonistas de los cuentos elegidos para nuestro trabajo tienen en común su dedicación a la escritura y una pléyade de personajes que los circundan, tocados en menor o mayor medida por la fragilidad. Finalmente, también los une la experiencia del dolor. Las opiniones sobre las circunstancias de este dolor y de esta fragilidad, parece decirnos el mismo Roberto Bolaño que poco importan, lo que produce unidad a sus páginas, lo que realmente dignifica y relaciona a sus personajes es ese dolor y no hay más que preguntar: “Como si el dolor no fuera suficiente enigma o como si el dolor no fuera la respuesta (enigmática) de todos los enigmas” (Bolaño 203).

Finalizamos con una referencia sobre este tipo de personajes que aparecen en la obra de Bolaño, que podemos hallar en el volumen de cuentos al que hemos dedicado nuestro trabajo, así como en la mayoría de las páginas narrativas producidas por el escritor chileno. Llamamos la atención sobre ellos pues consideramos que suponen un campo de investigación que podría ser abordado desde diversas disciplinas. Este tipo de personajes son parte de una realidad que, como tal, no debe sernos ajena:

Nos encontramos con escritores mediocres que han abandonado todo sueño de grandeza, mujeres promiscuas que han abandonado toda esperanza de amor, personas que han encontrado otra imagen en el espejo, suicidas, enfermos, del cuerpo y de la mente, solitarios incapaces de comunicar, agobiados por la nostalgia, y siempre hijos de una época que va de la Segunda Guerra Mundial y la División Azul a la Dictadura de Pinochet. (Masoliver 52)











Textos Citados

Bolaño, Roberto. Llamadas telefónicas. Barcelona: Editorial Anagrama, 1997.

Calinescu, Matei. Cinco caras de la modernidad. Modernismo, Vanguardia, Decadencia, Kitsch y Posmodernismo. Trad. María Teresa Beguiristain. Madrid: Tecnos, 1991.

Echevarría, Ignacio. “Relatos de supervivientes.” La escritura como tauromaquia. Ed. Cecilia Manzoni. Buenos Aires: Corregidor, 2002: 53-54.

---. “Una épica de la tristeza.” La escritura como tauromaquia. Ed. Cecilia Manzoni. Buenos Aires: Corregidor, 2002: 193-195.

Espinosa Hernández, Patricia. “Estudio preliminar.” Territorios en fuga. Estudios críticos sobre la obra de Roberto Bolaño. Ed. Patricia Espinosa Hernández. Santiago: Frasis editores, 2003: 13-32.

Flores, María Antonieta. “Notas sobre Los detectives salvajes.” La escritura como tauromaquia. Ed. Cecilia Manzoni. Buenos Aires: Corregidor, 2002: 91-96.

García-Corales, Guillermo. “La imagen de la precariedad en «Sensini» de Roberto Bolaño.”

Territorios en fuga. Estudios críticos sobre la obra de Roberto Bolaño. Ed. Patricia Espinosa Hernández. Santiago: Frasis editores, 2003: 35-45.

Gras Miravet, Dunia. “Entrevista con Roberto Bolaño.” Cuadernos Hispanoamericanos 604 (octubre 2000): 53-65.

Masoliver Ródenas, Juan Antonio. “Relatos de la vida inexplicable.” La escritura como tauromaquia. Ed. Cecilia Manzoni. Buenos Aires: Corregidor, 2002: 51-52.

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